miércoles, 29 de agosto de 2007

Pequeñas grandes luchas


...Por el Juan Salvador Gaviota que todos llevamos dentro.... Porque para poder ser libres y volar muy alto debemos primero ser orugas que, en medio de las dificultades y la oscuridad, obtienen la fuerza necesaria para que cuando llegue el momento sus alas sean más fuertes que el viento...

A la mañana siguiente, la Bandada había olvidado su demencia, pero no Pedro.
-Juan, ¿te acuerdas de lo que dijiste hace mucho tiempo acerca de amar lo suficiente a la Bandada como para volver a ella y ayudarla a aprender?
-Claro.
-No comprendo cómo te las arreglas para amar a una turba de pájaros que acaba de intentar matarte.
-Vamos, Pedro, ¡no es eso lo que tú amas! Por cierto que no se debe amar el odio y el mal. Tienes que practicar y llegar a ver a la verdadera gaviota, ver el bien que hay en cada una, y ayudarlas a que lo vean en sí mismas. Eso es lo que quiero decir por amar. Es divertido, cuando le aprendes el truco. Recuerdo, por ejemplo, a cierto orgulloso pájaro, un tal Pedro Pablo Gaviota. Exilado reciente, listo para luchar hasta la muerte contra la Bandada, empezaba ya a construirse su propio y amargo infierno en los Lejanos Acantilados. Sin embargo, aquí lo tenemos ahora, construyendo su propio cielo, y guiando a toda la Bandada en la misma dirección.
Pedro se volvió hacia su instructor, y por un momento surgió miedo en sus ojos.
-¿Yo guiando? ¿Qué quieres decir: yo guiando? Tú eres el instructor aqui. ¡Tú no puedes marcharte!
-¿Ah, no? ¿No piensas que hay acaso otras Bandadas, otros Pedros, que necesitan más a un instructor que ésta, que ya va camino de la luz?
-¿Yo? Juan, soy una simple gaviota, y tú eres...
-...el único Hijo de la Gran Gaviota, ¿supongo? -Juan suspiró y miró hacia el mar-. Ya no me necesitas. Lo que necesitas es seguir encontrándote a tí mismo, un poco más cada día; a ese verdadero e ilimitado Pedro Gaviota. El es tu instructor. Tienes que comprenderle, y ponerlo en práctica.
Un momento mas tarde el cuerpo de Juan trepidó en el aire, resplandeciente, y empezó a hacerse transparente.
-No dejes que se corran rumores tontos sobre mí, o que me hagan un dios. ¿De acuerdo, Pedro? Soy gaviota. Y quizá me encante volar...
-¡JUAN!
-Pobre Pedro. No creas lo que tus ojos te dicen. Sólo muestran limitaciones. Mira con tu entendimiento, descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar.
El resplandor se apagó. Y Juan Gaviota se desvaneció en el aire.

Juan Salvador Gaviota
Richard Bach

martes, 21 de agosto de 2007

Cuando llega la alegría

... como el día, como la noche...

Flores en el ático danzan eléctricas
Envueltas en tréboles de luz

Mi rosa renace
Rayos de colores se expanden

Giro y pierdo esa cordura existencial
Me reencuentro en pequeños pedazos estrellados

Que fugazmente vuelan hacia mi infinito.

Cuando llega la tristeza

...Porque nada es permanente...

Las flores en el ático danzan marchitas envueltas en cobre de marfíl

Mi rosa ha muerto

Lágrimas de mercurio son derramadas

Me retuerzo hasta quebrarme como una hoja seca de otoño

Me desintegro en pequeños pedazos de escarcha que vuelan atravesando el infinito.